Edimburgo (desde Londres)

Cuando planifiqué mi primer viaje a Europa, empecé haciendo un listado de las ciudades principales a conocer, claro que Londres estaba en el top 3. A medida que empecé a investigar apareció Edimburgo, y me sedujo inmediatamente. La capital escocesa es una ciudad enigmática, que atrapa con su magia única, y diferente del resto de las ciudades europeas.

 

Desde Londres la mejor alternativa para llegar a Edimburgo es en auto, el servicio de buses es precario y los trenes demasiado caros. Además, me sentía más cómoda y libre haciéndolo de esa manera, y pude aprovechar para conocer otros lugares increíbles, a los que no podría haber llegado tan fácil de otra manera. Un dato importante a tener en cuenta es que en UK se conduce por el lado derecho, lo que al principio suena un poco alarmante, pero al rato me acostumbré y resultó ser muy divertido, y parte de la aventura. A continuación les cuento sobre mi road trip Londres – Edimburgo.

 

Stonehenge

Aprovechando que el poder estaba en mis manos, Stonehenge fue mi primer parada, a solo 15km de Londres, este monumento megalítico es una de las cosas más surrealistas que vi. Perfecto para ir en auto, y no quedarse con las ganas de conocerlo.

Esta construcción, formada por bloques gigantes de rocas separados en círculos, se supone que servía de templo religioso, observatorio astronómico o monumento funerario. Muchas son las historias y mitos que se conocen, lo cierto es que es considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1986.

 

Liverpool

Como fan de los Beatles, no podía dejar de visitar Liverpool. Todo el viaje fui escuchando y cantando las canciones de Revolver, mi disco favorito, igual que suelo hacerlo en Buenos Aires. Me fue mucho más práctico tener el auto para moverme por todos los puntos importantes donde habían estado mis ídolos. Lugares donde tocaron, grabaron, vivieron y la famosa Abbey Road.

 

York

Con la ventanilla apenas abierta como para sentir la brisa en la cara, seguí conduciendo hasta mi siguiente parada: York, otra joya inglesa que me recomendaron. Esta antigua ciudad amurallada no suele estar en la ruta tradicional de los viajeros, y sin embargo es considerada la segunda ciudad más importante de Inglaterra. Caminé un poco, recorriendo las murallas que la rodean hasta llegar a The Shambles, la famosa calle medieval comercial. Saqué fotos al famoso castillo, y antes de volver al auto, me metí en un pub donde servían comida local, ahí probé el Yorkshire, un budín casero de vegetales muy recomendable.

 

Edimburgo

Seguí camino por la misma ruta, todavía me quedaba la mitad del tramo. En menos de 4 horas llegué a Edimburgo, que me dibujó una sonrisa al recibirme con el sonido particular de la gaita, tocada por un hombre de falda, cuál típico escocés. En el aire se respiraba una especie de mística y misterio. Todo el tiempo me sentí fuera de contexto, en un mundo totalmente desconocido.

 

Cargada de historias mágicas y misteriosas, es también conocida como la capital de la parapsicología, ya que dicen que ocurren hechos fuera de lo normal, desde hace siglos atrás. Si bien es pequeña y se puede recorrer en un fin de semana, desde el primer momento supe que esta iba a ser una visita especial.

 

La ciudad está dividida en dos sectores, la antigua y la nueva. Visité el cementerio, decían que tiene una fuente energética. Al costado, a través de unas rejas, se distinguía un castillo enorme, me acerqué y fui sorprendida por una fila de 30 chicos de aproximadamente 10 años, uniformados y acompañados por adultos con largas túnicas negras. Resulta que era el famoso colegio Hogwarts, nada menos que la inspiración de la escritora de Harry Potter. Regresé al centro de la ciudad por la Royal Mile, donde artistas callejeros, lechuzas con sus amos, la música y las faldas escocesas me enamoraban cada vez más.

 

Terminó mi tour y manejé hasta Calton Hill, una colina desde donde se tiene una vista panorámica en la que destacan las cúpulas de toda la ciudad. Durante la hora mágica, el cielo da un espectáculo inigualable. Cae el sol y se empiezan a encender las luces de las casas y castillos. Esa es, precisamente, la imagen más imponente que conservo de aquel viaje.

Ya era de noche cuando descendí y me adentré entre los estrechos y oscuros callejones, hasta llegar a The Royal Oak, un bar con todo lo que me gusta: ambiente amigable, cálido, un grupo de personas reducido cantando, tocando instrumentos y claro, cerveza escocesa. Al día siguiente salí sin planes a conocer la New Town, las atracciones están a la vista, Princess Street es el nombre de la calle principal.

 

Así terminó un roadtrip mágico e inolvidable, que sin dudas volveré a realizar.

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